Hace mucho
tiempo, en una nube sobre el mar vivía un ventolin muy bueno que se llamaba
Vento.
El estaba
completamente enamorado de La Sirenuca.
Un feliz día La Sirenuca invitó a Vento a su
cumpleaños ¡y claro! Vento al recibir la
nota, supo que tendría que hacerle un regalo, pero Vento no sabía el qué.
Al cabo de un tiempo, mientras que estaba mirando el mar -entristecido- se fijó en que
en el agua brillaba algo, así que fue a mirar qué era. Al acercarse vio unas piedras pequeñas, de colores y que además
parecían de cristal, Vento se puso tan contento, que fue a meter la mano en el
agua, las cogió, y al sacarlas, los colores se apagaron.
Las metió en
el agua y volvieron a su color, en un instante supo que sólo producían su color
cuando estaban metidas en agua, alli mismo creó una bolsa de aire, donde metió
agua y las piedras de colores.
Llegó el día
del cumpleaños, y sin embargo estaba muy nervioso. Vento se acerco a La Sirenuca, y le ofreció el regalo, y la dijo lo
que sentía por ella; ésta le dijo que si quería podían ser marido y mujer, y él
la respondió que sí, y ella dijo:
- Muchas gracias por las piedras, porque esas
piedras simbolizaban el amor.
Al cabo de
unos años se celebró su boda, y todo terminó
con un final feliz.
Marta Sotero 4º A.